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¿Evolucionan los escritores?


¿Evolucionamos como escritores? Interesante pregunta, ¿verdad? Supongo que es el tipo de cuestión que hace generar un debate entre literatos, con experiencias personales y otras tantas basadas en la lectura de autores consagrados que sí (o no) hayan mostrado una clara evolución en sus obras. Como yo no puedo debatir conmigo mismo, me limitaré a dar mi opinión, y a tratar de justificarla.


Mi primera novela fue Alfil, no puedo hablar de relatos porque empecé mi carrera literaria directamente con una novela (después de trece libros didácticos que no cuento por no ser de ficción). Y mi última (mi octavo libro de ficción) se llama XXXXX porque aún no está registrado el nombre. Hoy me ha llegado la corrección final de los primeros capítulos (un último toque para buscar pequeños fallos que se me hayan escapado en mis fases de escritura, re-escritura y correcciones).

Alfil, con cinco fases de escritura, tenía un aspecto que ahora me haría morir de vergüenza si el libro estuviese a la venta en esa edición, literalmente. Prefiero no pensar en la posibilidad de que no hubiera decidido reeditar libros que ya tenía publicados. Si comparo aquel libro con el octavo, el que está ahora en el horno, las diferencias serían tal que así:
  • El nuevo libro también sale con cinco fases de escritura, pero su redacción ha necesitado el triple de tiempo para el mismo número de páginas y palabras, eso es porque se ha mimado más su redacción y se han aplicado infinidad de conocimientos adquiridos durante este tiempo de escritura y lectura a diario.
  • Contando la versión inicial de Alfil (no la definitiva que hay en el mercado), el nuevo libro posee un 97% menos de errores ortotipográficos y gramaticales (ahora suelo encontrar uno cada cuatro páginas antes de la corrección final) No hablo de ortografía, sino de dejar el libro CORRECTO, por ejemplo: no haber puesto una coma tras unos puntos suspensivos o colocar el punto antes de la comilla en lugar de detrás en un pensamiento. Detalles que el 99% de los lectores no perciben, pero cuando uno es perfeccionista...
  • Ahora la riqueza descriptiva es un 5.000% superior a la de entonces. Hablo de calidad en las descripciones de personajes (internas y externas), lugares, escenas, comienzos de capítulos, sensaciones y sentimientos de los personajes, etc.
  • Ahora hay una fluidez en la narración impensable en aquellos días.
  • Ahora mis párrafos están perfectamente delimitados, las escenas definidas y las frases hilvanadas como entonces no hubiera podido ni soñar.
  • Ahora sé cómo llegar, cuándo y dónde, a cada fase de la historia de un modo nítido y sin encontrarme frenado por limitaciones de mi formación.
  • Y así podría seguir todo el día, pero creo que ya lo habéis captado.
La diferencia entre Alfil y mi nueva novela radica fundamentalmente en la forma de hacer llevar la historia al lector; porque una buena historia es importante, pero la forma de contarla es vital. Esa diferencia se encuentra tras el trabajo de ocho horas diarias de lunes a domingo en la escritura, más hora y media diaria de formación en literatura y otra hora y media de lectura de los clásicos (los que mejor te enseñarán, y si no lo crees, pregunta a Zafón). ¿Te parece una barbaridad? Para mí es un trabajo, le dedico ocho horas como a cualquier otro empleo, y luego un extra por considerarme aún un becario, un constante aprendiz en formación.

¿Notarías la diferencia entre Alfil y mi nueva novela? ¿O con respecto a la anterior, que da la casualidad que es Alfil Rojo, la tercera y última entrega de la saga? La respuesta en no, un no rotundo. ¿Sabéis por qué? Porque Alfil y el resto de mis primeros libros están reeditados varias veces, y no solo para eliminar errores o faltas que se hubiesen colado en las fases de corrección, sino reescritos de nuevo (párrafo a párrafo) para ir añadiendo todos los conocimientos que mi evolución como escritor ha ido experimentando. A algunos os parecerá una locura o un trabajo absurdo, pero os sorprendería saber la cantidad de escritores consagrados y muy famosos que lo hacen también (en el párrafo anterior nombré a uno de ellos).

En definitiva, mi opinión es que sí, los escritores (y resto de artistas) evolucionan constantemente gracias a lo que van aprendiendo, y cada nueva novela (o trabajo) lleva la impronta de esa evolución fusionada en cada línea de texto.

Ese es mi punto de vista, pero el tuyo me interesa también, y puedes dejarlo en un comentario. ¡Gracias!