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El retrato de Dorian Gray


Feliz año a todos. Hoy vuelvo a la carga y con la reseña de una de las cinco mejores novelas de todos los tiempos, nada menos que la única que escribió el gran autor irlandés. Pocos dudarán de la calidad de Wilde, así como menos aún serán los que no conozcan esta obra (espero que ninguno haga alusión a las pésimas adaptaciones al cine y tv que se han realizado en el último siglo). Pero no quiero extenderme más en la presentación, vayamos directos al grano.



Sinopsis:

Esta profunda novela, ambientada en el Londres de principios del siglo XIX, narra la historia de Dorian Gray, joven dueño de una belleza extrema que no se altera con el paso del tiempo debido a un pedido que le hizo a los dioses y que está relacionado con un perfecto y enigmático autorretrato que le realizó Basil Hallward, reconocido pintor que durante la novela expresa una especie de obsesión amorosa hacia su modelo, al que considera el motivo de la nueva manera de expresar su arte; en el escenario aparece (y utilizo la palabra “escenario” porque cuando uno lee El retrato de Dorian Gray siente que está en un teatro) un tercer personaje, no menos importante: Henry Wotton, amigo del artista, que influenciará de manera más que trascendental en el crecimiento y en los pensamientos de Dorian Gray, haciéndole creer, entre otras tantas cosas, que la satisfacción de los deseos y la belleza son las únicas cuestiones que valen la pena en la vida.
La novela, además, surge como una clara crítica a la alta sociedad reinante, obsesionada por la posición social, el culto a la belleza y el hedonismo como eje de la vida y que muestra una moral decadente y corrupta que automáticamente produce rechazo en los lectores.


Autor:


Dublín 1854- (París)1900
Otras obras importantes:
El príncipe feliz y otros cuentos (relatos)
El crimen de Lord Arthur Savile y otras historias (relatos)
La importancia de llamarse Ernesto (teatro)
Salomé (teatro)
Una mujer sin importancia (teatro)
Un marido ideal (teatro)
El abanico de Lady Windermere (teatro)


Opinión personal:

Es difícil criticar una obra de tal magnitud, y no por su extensión, que no llega a las doscientas páginas, pero sí por todo lo que significa en la literatura: una historia original y sin precedentes, una forma de hacer literatura victoriana sin necesitar más de mil páginas para contar la vida del protagonista, y hacerlo, además, con toda la extensión y lujo de detalles que esta requiere.
Los personajes están muy bien definidos, mejor que bien. La trama principal, que trata la obsesión por permanecer joven y bello para siempre, muy bien planteada desde el punto de vista del protagonista: un chico joven y fácil de manipular por Lord Wotton, quien logra proyectar en el joven Dorian la vida que él quisiera haber tenido, incluidos su cinismo y el placer por todo tipo de vicios. Las tramas secundarias están bien anexadas y son un fuerte apoyo a la principal. Los lugares y situaciones descritos de forma magistral y el final es muy acorde al resto de la trama.
Con respecto a las versiones cinematográficas, las diferencias no son tan visibles en la trama como en la riqueza de descripciones y la calidad de la pluma del irlandés. Cuando leí este libro empecé a comprender que mil palabras valen muchísimo más que una imagen cuando las ha escrito alguien que sabe hacerlo.
¿Una pega? ¿Podría tener un fallo este libro? Desde mi humilde punto de vista las descripciones del capítulo 11 se hacen pomposas, cargantes, soporíferas... Es un capítulo que se limita a narrar, de una forma más que extensa, todos los bienes que ha adquirido Dorian a lo largo de su vida, con un lujo de detalles innecesario.
¿La recomendaría? Sin duda, es un libro que debe estar en la biblioteca de cualquier lector y escritor. Debo reconocer que aprendí mucho de esta lectura, conocimientos que luego apliqué a mis propios libros, empezando por el que escribí para rendir homenaje a Oscar Wilde y como secuela no oficial de su obra: El otro lado del retrato.

Puntuación: 9,5/10